CLÁSICA Xabier Armendáriz
«En otra liga»
Viernes, 23 de abril de 2021. Teatro Gayarre de Pamplona. Cuarteto Belcea (Corina Belcea y Axel Schacher, violines; Krzysztof Chorzelski, viola; Antoine Lederlin, violonchelo). Amihai Grosz, viola. Felix Mendelssohn: Quinteto para dos violines, dos violas y violonchelo número 2 en Si bemol mayor, Op. 87, (1845). Joseph Phibbs: Cuarteto para dos violines, viola y violonchelo número 3, (2018). Johannes Brahms: Quinteto para dos violines, dos violas y violonchelo número 2 en Sol mayor, Op. 111, (1890). Concierto inscrito en el Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Municipal Teatro Gayarre 2021
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A falta de música en vivo, el firmante disfrutó el año pasado del extraordinario potencial que ofrecen las plataformas de streaming, también para la música clásica. Fue un período propicio para conocer grabaciones muy valoradas del repertorio sinfónico habitual y redescubrir la literatura camerística del siglo XIX. Escuchando versiones de muchos cuartetos y quintetos de Beethoven, Schubert, Schumann o Brahms, llegué a una conclusión general: aunque en el pasado unos pocos cuartetos estables interpretaran estas obras con gran musicalidad, (Cuartetos de Budapest y Végh), la calidad de ejecución ha aumentado exponencialmente en los últimos cuarenta años. Ni en la música orquestal ni entre los conjuntos de instrumentos de época esa mejora ha sido tan espectacular.
Volví a recordar estas reflexiones este viernes en el Teatro Gayarre, durante el primer concierto del Ciclo de Grandes Intérpretes de 2021. La serie ha sido reducida respecto a otras temporadas, pero la calidad a priori de las propuestas ha aumentado considerablemente, empezando por un concierto como el protagonizado por el Cuarteto Belcea, una de las agrupaciones más célebres del mundo. Hablamos de un conjunto excepcional por su calidad técnica. Pocas veces se ha escuchado en Pamplona un cuarteto tan cohesionado y perfecto en su unidad como esta agrupación radicada en el Reino Unido. Incluso la adición de un extra, el violista Amihai Grosz de la Filarmónica de Berlín, no supuso ninguna alteración. Además, el programa era ciertamente atractivo.
Se iniciaba la sesión con el Quinteto número 2 de Mendelssohn, una página relativamente tardía del autor hamburgués que muestra un brío juvenil y un optimismo contagioso. El Cuarteto Belcea y Amihai Grosz acentuaron ese carácter optimista con una versión de tempi rápidos, algo precipitados en los movimientos extremos, pero lo mejor fueron los movimientos centrales, sobre todo un tiempo lento arrebatador en su serena belleza.
Siguió la sesión con el Cuarteto de cuerda número 3 de Joseph Phibbs, una obra muy reciente y atractiva que sigue, en cierto modo, los pasos de las novedades técnicas de las composiciones en el género de Debussy, Ravel y Bela Bartok, sin aventurarse por recursos menos explorados. La obra es perfecta para una agrupación tan engrasada como el Cuarteto Belcea y el resultado sonoro fue asombroso desde cualquier punto de vista.
Quedó como cierre de la sesión el Quinteto de cuerda número 2 de Brahms, una obra muy tardía del autor donde se evidencia más que nunca su carácter neoclásico, sobre todo en el elegante Minueto que ocupa el tercer lugar. El Cuarteto Belcea y Amihai Grosz ofrecieron una interpretación muy completa y aportaron el sonido denso y oscuro que pide la música del período final de Brahms. Su visión de la obra también fue claramente neoclásica, de manera que consiguieron mejores resultados en los movimientos centrales que en los extremos, donde pudo faltar un fraseo algo más generoso. Pero todo esto son simplemente cuestiones menores, diferencias puntuales de opinión.
No hubo propina, seguramente porque tocar un concierto tan largo como éste sin pausa debe de ser agotador. Pero no hizo falta: el Cuarteto Belcea, con la participación adicional de Amihai Grosz, ya había demostrado que a día de hoy, dentro de los cuartetos de la actualidad, está en otra liga a la que muy pocas agrupaciones pueden llegar.