AMIGOS DE LA ÓPERA ES «DIVERSIÓN» EN EL GAYARRE

CLÁSICA Xabier Armendáriz

Diversión

Viernes, 4 de octubre de 2019. Teatro Gayarre de Pamplona. El dúo de La africana: zarzuela en un acto con libreto de Miguel Echegaray y música de Manuel Fernández Caballero, estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 13 de mayo de 1893. Rafael Álvarez de Luna (Cherubini), Carmen Aparicio (Antonelli), María Jesús Sevilla (Amina), Facundo Muñoz (Giuseppini), Amelia Font (Doña Serafina), Edgard Sánchez (Bajo de la compañía), etc. Coro de la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera. Íñigo Casalí, director del coro. Orquesta Ciudad de Pamplona. Antonio Ramallo, dirección de escena. Compañía Lírica Amadeo Vives, escenografía, vestuario y producción. Jose Antonio Irastorza, director musical. Producción realizada por la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera.

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Los años 1880 y 1890 conocieron el auge de una modalidad de teatro muy novedosa. Se trataba del llamado “teatro por horas”, representaciones de obras en pequeño formato, con pocos personajes, coros con pasajes importantes y números de gran pegada popular. Estos espectáculos reunían un público muy variopinto, desde las familias en las funciones de tarde hasta los noctámbulos, que armaban escándalos considerables en las sesiones golfas. Por otra parte, este tipo de espectáculos ofrecían buenos pretextos para tratar diferentes temas. En el caso de El dúo de La africana, se trataba de criticar, más que la obra de Giacomo Meyerbeer, muy popular en aquel momento, el funcionamiento de las compañías de ópera baratas, con empresarios avaros y poco cuidadosos en las producciones y constantes líos en el seno del equipo artístico. Sin duda, parte del contexto que hacía actual la trama de El dúo de La africana se ha perdido, pero el argumento mantiene su frescura y eficacia para hacer reír al público.

La Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera ha presentado una nueva producción de esta obra, convirtiéndola en zarzuela adecuada para llenar por completo una sesión. Para ello, ha confiado en un equipo de cantantes y actores muy equilibrado. Más que cantantes extraordinarios, esta obra necesita un conjunto de actores comprometidos, capaces de otorgar a cada personaje su carácter concreto, y en eso todos hicieron un buen papel. Quizá el más destacado fue Rafael Álvarez de Luna, que hizo un Cherubini muy característico, siempre preocupado por las finanzas de su compañía y su reputación. También fue lograda la Antonelli de Carmen Aparicio, que además supo desplegar en cada momento los diferentes acentos que se le pidieron. Facundo Muñoz fue seguramente el cantante que ofreció mayor calidad vocal, sobre todo en los ensayos del verdadero dúo de La africana de Meyerbeer. Fue más enfática, quizá en exceso, la Amina de María Jesús Sevilla, mientras que el resto, particularmente el Inocente que actúa como regidor de esta compañía tan desorganizada, fueron muy bien cubiertos.

El Coro de la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera ofreció un nivel importante, a la altura del Otello de la pasada temporada en Baluarte. Jose Antonio Irastorza manejó bien la Orquesta Ciudad de Pamplona, un conjunto con medios modestos pero que incluye solistas de calidad entre las maderas. Por otra parte, es tradición en esta zarzuela incluir artistas invitados, con la excusa de que la compañía que protagoniza la acción necesita personal. Itxaso Loinaz tuvo aquí una intervención más larga de lo habitual, ofreciendo una buena canción de Paloma de El barberillo de Lavapiés de Barbieri, un “Casta diva” de Norma de Bellini superior y un seguro “Je veux vivre” de Romeo y Julieta de Gounod. Incluso Íñigo Casalí salió como director espontáneo para dirigir el coro inicial de El barberillo de Lavapiés, y también hubo tiempo para un ligero anticipo de Gigantes y cabezudos de Fernández Caballero, zarzuela de este mismo formato que la AGAO hará próximamente con La Pamplonesa.

En conjunto, fue una buena producción, hecha con los recursos suficientes para ofrecer diversión a un público dispuesto a disfrutar y pasar un buen rato. En un título como éste, no hace falta nada más para que el resultado sea satisfactorio.

Autor entrada: xabier armendariz

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