CLÁSICA Xabier Armendáriz
Calidad musical
Sábado, 26 de octubre de 2019. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Rey Arturo: Música incidental compuesta para el drama homónimo en cinco actos con texto de John Dryden, estrenada en su contexto original en el Queen’s Theatre de Dorset Gardens en Londres, en Mayo o Junio de 1691. Anna Dennis, Mhairi Lawson y Rowan Pierce, sopranos. Jeremy Budd y James Way, tenores. Marcus Farnsworth y Ashley Riches, bajos. Gabrieli Consort and Players. Paul McCreesh, director. Concierto inscrito en la temporada de espectáculos de la Fundación Baluarte 2019-2020.
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El siglo XVII fue especialmente complicado para la monarquía inglesa, mucho más aún que la centuria anterior. Si Enrique VIII había iniciado un período de alta tensión con el Acta de Supremacía de Noviembre de 1534, por el que se proclamaba líder de la Iglesia de Inglaterra, cien años después Carlos I inició una disputa con el Parlamento debida originalmente a una ambiciosa reforma fiscal. Como el monarca no contaba con suficientes apoyos, gobernó de forma absolutista durante once años, creando el contexto para la revolución de 1648. Carlos I fue ejecutado y Oliver Cromwell tomó el poder, iniciando diez años de gobierno afín a las enseñanzas de Juan Calvino. Todos estos hechos tuvieron importantes consecuencias en muchos órdenes de la vida y también en lo musical.
Tal como la conocemos, la ópera llegó tarde a Inglaterra. La tradición teatral había sido muy poderosa en la época isabelina y años posteriores, pero entre las regulaciones instauradas por Cromwell destacaba una importante reducción de los espectáculos públicos. Durante su exilio entre 1648 y 1660, la familia real inglesa se trasladó a Francia, donde observaron los inicios de un nuevo género, la comedia ballet, que sobre la base de una obra teatral incluía números musicales y amplios ballets. Desde 1660, cuando la monarquía fue restaurada en la persona de Jacobo II, estos espectáculos se produjeron también en Inglaterra. Henry Purcell, principal compositor del país, produjo importantes ejemplos del género, hoy conocido como semiópera, y El rey Arturo fue, entonces y ahora, su producción más famosa.
En el espectáculo que nos ocupa, se ofrecía El rey Arturo de Henry Purcell, o mejor dicho, los números musicales que el autor inglés escribió para este drama de exaltación monárquica de John Dryden. Presentar esta obra en este formato tiene riesgos; en las semióperas de este período, los personajes principales no cantan y al quedarnos con la música, la esencia argumental se pierde. No obstante, esta obra ofrece buena parte de la música más inspirada de Purcell, especialmente en la parte final.
En esta ocasión, se ha ocupado de la versión musical el director británico Paul McCreesh, junto con sus Gabrieli Consort and Players. Hablamos de un gran especialista en este repertorio, como puede verse en la viveza de las secciones de danza y en la forma en que acompaña las arias, siempre muy medida y con una considerable flema británica. Tal como pide la obra, McCreesh se hace acompañar de un gran equipo de solistas; no había grandes voces, pero sí muy buenos cantantes capaces de matizar y dar sentido teatral a toda la función. Más allá de algún golpe de efecto eficaz, (la aparición conjunta y entusiasta de las banderas inglesa y de la UE al final de “Your Hay it is mow’d”, que llevó a los inmediatos aplausos del público), fue una interpretación muy cabal a cargo de un músico cuyas decisiones interpretativas pueden ser a veces cuestionables, pero que exhibe en este repertorio un dominio que, al final, termina ganando al espectador.
En conjunto, fue una función muy bien recibida por un público que supo apreciar la gran eficiencia de los Gabrieli Consort and Players. En otras manos, un espectáculo como éste no funcionaría, pero aquí triunfó la calidad musical de los intérpretes y su sentido teatral que, bien llevado, completó un espectáculo de gran nivel.