MÚSICA CLÁSICA Xabier Armendáriz
«Haciendo ópera»
Viernes, 5 de febrero de 2021. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Manon Lescaut: Drama lírico en cuatro actos con libreto de Domenico Oliva y Luigi Illica y música de Giacomo Puccini, estrenado en el Teatro Regio de Turín el 1 de febrero de 1893. Berna Perles (Manon Lescaut), Walter Fraccaro (Des Grieux), José Antonio López (Lescaut), Carlos Chausson (Geronte de Ravoir), Pablo García-López (Edmondo), Nerea Berraondo (Cantante), Darío Maya (Sargento, Capitán, Posadero), Julen Jiménez (Farolero). Coro Lírico de la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera. Íñigo Casalí, director del coro. Orquesta Sinfónica de Navarra. Susana Gómez, directora de escena. Gabriela Salaberría, vestuario. Manuel Hernández-Silva, director musical. Producción en versión semiescenificada. Función inscrita en la Temporada de Espectáculos de la Fundación Baluarte 2020-2021.
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De todos los espectáculos relacionados con la música clásica, la ópera siempre ha sido el género más difícil de realizar. Reunir todos los elementos necesarios para una buena representación es complejo y, aun cuando eso se logra, surgen constantemente imponderables de última hora que complican el resultado. Si a esto añadimos los condicionantes de un período como el que vivimos, hacer ópera se convierte en un milagro. Por eso, resulta especialmente estimulante que se haya podido ver en Pamplona este montaje de Manon Lescaut, tercera ópera de Giacomo Puccini y primera en la que el compositor italiano ofrece verdaderos detalles de su evolución posterior. Pocos podían imaginar cuando se programó esta producción las numerosas dificultades a las que ha habido que hacer frente, incluyendo la sustitución a última hora de los dos cantantes protagonistas. Sin embargo, la obra de Puccini ha subido al escenario de Baluarte, con resultados francamente buenos.
Para Berna Perles, no era nada fácil sustituir a Ainhoa Arteta. La soprano guipuzcoana era el principal atractivo de la función y, además, Perles no había frecuentado el personaje de Manon Lescaut. Resulta especialmente interesante la interpretación que ha ofrecido en Baluarte, llena en los dos primeros actos de resabios belcantistas más que de emociones desgarradoras. Después, Perles se sintió obligada a ofrecer una interpretación más melodramática, (el argumento ciertamente invita), pero ni sus graves le ayudan para hacerlo ni parece que sea ese su estilo natural. Con todo, fue una aproximación muy cabal al personaje y una confirmación de que estamos ante una intérprete de talento.
Más tarde aún se incorporó a la producción Walter Fraccaro, un tenor que posee un amplio caudal vocal de timbre claro y soleado, todo ello muy interesante para cantar un personaje tan desbordado por la pasión como Des Grieux. Además, Fraccaro ofreció una familiaridad más que evidente con el estilo verista, cargando las tintas especialmente a partir del tercer acto. En definitiva, prescindiendo de los grandes divos, es difícil encontrar a cantantes tan adecuados como él para este papel…, y menos si se cuenta con poco tiempo.
Carlos Chausson lleva años amenazando con retirarse de la escena operística, pero afortunadamente aún no lo ha hecho y ofreció una nueva lección canora interpretando el papel de Geronte. La voz no muestra signos de fatiga y es ilustrativo comprobar cómo un supuesto especialista en papeles bufos sabe adaptarse a un carácter tan diferente. Jose Antonio López mostró nuevamente su profesionalidad y los demás cantantes realizaron buenas actuaciones, incluida una Nerea Berraondo que exhibió su timbre oscuro en el breve papel de la Cantante.
Siempre es difícil gestionar la orquesta en un montaje operístico cuando los músicos tocan sobre la escena y Manuel Hernández-Silva hizo un buen trabajo. El director venezolano conoce y ama esta partitura y supo otorgarle sus valores sinfónicos y dramáticos. La Sinfónica de Navarra mantuvo un buen nivel general, pero destacaron las maderas. En particular, el solo de flauta que abre el segundo acto fue altamente evocador. Tampoco era fácil la papeleta para el Coro de la AGAO, que idealmente habría necesitado más efectivos, pero la agrupación se mostró francamente eficiente.
En conjunto, fue una función de alto interés de un título no muy frecuente, como es Manon Lescaut de Puccini y que, por consiguiente, en estas circunstancias tan excepcionales resulta especialmente arriesgado. Fue una nueva demostración del milagro que, en estos tiempos, es hacer ópera.