CLÁSICA Xabier Armendáriz
«Cruces de caminos»
‘GUGURUMBÉ’
Martes, 10 de noviembre de 2020. Auditorio Baluarte de Pamplona. Rocío Márquez, cantaora. Nuria Rial, soprano. Mónica Iglesias, baile flamenco. Ellavled Alcano, danza contemporánea. Dani de Morón, guitarra flamenca. Academia del Piacere (Rami Alqhai y Johanna Rose, viola da gamba; Charles Blanch, guitarra barroca; Javier Núñez, clave; Agustín Diassera, percusión). Antonio Ruz, dirección de escena y coreografía. Fahmi Alqhai, dirección musical. Obras tradicionales, del Códice Trujillo del Perú y de Mateo Flecha el Viejo, Gaspar Fernández, Pablo Camacaro, Fahmi Alqhai y Dani de Morón, Santiago de Murcia y Xavier Montsalvatge. Función perteneciente a la temporada de espectáculos de la Fundación Baluarte 2020-2021, realizada sin presencia de público en la sala y retransmitida en directo por el Canal 2 de Navarra TV.
_____________________________
Han pasado sesenta años y la revolución de la música antigua sigue provocando impactos. Es verdad que en principio los intérpretes historicistas decían tener como meta la recuperación del repertorio del pasado siguiendo técnicas interpretativas del período correspondiente y de hecho sus primeros trabajos trajeron descubrimientos importantes, pero el resultado real de ese proceso ha ido mucho más allá.
Los conjuntos historicistas se dieron cuenta de los cambios de gusto del público y ofrecieron interpretaciones menos expansivas del repertorio habitual; asimismo, las compañías discográficas buscaban nuevos intérpretes que patrocinar y compositores que descubrir, algo que ha sido muy beneficioso porque ha servido para recuperar a autores como Henry Purcell, entre muchos otros.
Una vez solventadas las principales cuestiones técnicas respecto a la ejecución instrumental, ahora escuchamos los repertorios del pasado en interpretaciones seguramente más eficaces que los contemporáneos de los autores de las obras. Y también posiblemente más aceleradas, como el mundo en el que vivimos.
El siguiente paso natural era que los conjuntos de instrumentos originales plantearan propuestas postmodernas que relacionaran la música del pasado con el presente, algo que inició el conjunto L’Arpeggiata dirigido por Christina Pluhar, que comenzó a ofrecer realizaciones de madrigales de Monteverdi en clave de jazz. La tendencia tardó años en llegar a España, pero Jordi Savall inició el camino con sus propuestas de relación entre Oriente y Occidente.
Fahmi Alqhai lo ha seguido. En esta ocasión, se presentaba en Pamplona con una combinación que mezclaba danzas cantadas del siglo XVII, flamenco, improvisaciones y arreglos para instrumentación barroca y flamenca de obras relacionadas con las personas negras, desde La negrina de Mateo Flecha el Viejo a la Canción de cuna para dormir a un negrito de Montsalvatge. El objetivo era mostrar la raíz común de estos repertorios de ida y vuelta, en una propuesta de fusión claramente postmoderna.
El resultado funciona en líneas generales. Fahmi Alqhai ha reunido a un sólido equipo de cantantes, instrumentistas y bailarines que se compenetran bien entre sí y que disfrutan en el escenario. No es fácil distinguir auditivamente qué músicas provienen de la herencia culta y cuáles de la popular, aunque sí sorprenden algunos cambios de estética por las armonías cuando el estilo flamenco adquiere mayor protagonismo.
Rocío Márquez y Nuria Rial se complementan muy bien; ninguna de las dos posee una voz de gran volumen pero ambas son musicalmente eficaces y el sonido televisivo les favorece en comparación con las amplificaciones habituales de Baluarte, que suelen ser más problemáticas. Por último, la duración del espectáculo apenas sobrepasa la hora, lo que evita que el espectador llegue a sentir monotonía. Así pues, el resultado es un espectáculo que, más que recuperar, nos anima a reflexionar sobre las relaciones entre las músicas del pasado y el presente. Algunos opinarán –seguramente con razón- que Fahmi Alqhai va demasiado lejos con estos experimentos y observarán que este repertorio antiguo no requiere de estos “trucos” para mostrar todo su atractivo. Pero al menos a músicos como Fahmi Alqhai hay que reconocerles un aspecto: no engañan a nadie y manifiestan claramente lo que pretenden hacer, algo no muy habitual en el mundo de la música antigua. Los cruces de caminos siempre ofrecen confluencias inesperadas y Alqhai pretende explorarlas; es elección del oyente aceptar enteramente el reto o no.