Arias de rompe y rasga
Viernes, 8 de noviembre de 2019. Baluarte. Ainhoa Arteta, soprano. Coro de la Asociación Gayarre de Amigos de la Ópera. Íñigo Casalí, director del coro. Orquesta Sinfónica de Navarra. Jose María Moreno, director. Obras de Ruperto Chapí, Jaime Ovalle, Ernesto Halffter, Reveriano Soutullo y Juan Bert, Carlos Guastavino, Xavier Montsalvatge, Amadeo Vives, Ariel Ramírez, Georges Bizet, Alfredo Catalani, Giacomo Puccini, Giuseppe Verdi, Gerónimo Giménez, Francisco Asenjo Barbieri y Pablo Luna.
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Los recitales de cantantes de ópera con orquesta suelen partir de premisas generales. Los divos preparan programas a su medida que maximizan el triunfo popular sin hacer esfuerzos vocales innecesarios. Hasta cierto punto, esto es lógico, dado que las carreras de las figuras del canto más destacadas tienen agendas muy apretadas. Eso sí, el público siempre agradece que los cantantes se comprometan e incluyan arias pertenecientes a sus nuevos proyectos.
El concierto que nos ocupa era bastante atractivo a priori. A estas alturas de su carrera, Ainoha Arteta pasa por su mejor momento vocal. Como ella misma admitió en una reciente entrevista publicada en Diario de Navarra, ha gestionado muy bien su carrera, lo que le ha permitido mantener una voz aterciopelada, plena de armónicos y con potencia en todo su registro. Además, el instrumento ha ganado en espesor, lo que le permite a Arteta aproximarse a papeles que, hace algunos años, estaban fuera de su alcance. Escuchar a una cantante importante en tan buen estado vocal siempre ofrece interés, aunque en este concierto también se echaban en falta la interpretación de obras de mayor entidad, al menos al comienzo.
Ainhoa Arteta abrió la sesión con una serie de canciones portuguesas de Jaime Ovalle y Ernesto Halffter, repertorio intimista que necesita una voz sensual y capaz de plegarse a sutiles matizaciones. Ella posee esa capacidad, pero las versiones orquestales que ofreció de estas páginas dificultan mucho poder lucir las herramientas canoras necesarias. Mucho mejor fue todo en la Canción de cuna para dormir a un negrito de Montsalvatge y Alfonsina y el mar de Ramírez, donde Arteta pareció sensiblemente más relajada y por fin enteramente en sintonía con la música.
El culmen de su actuación se produjo en dos arias de entidad, de rompe y rasga, como fueron las de La Wally de Catalani y Madama Butterfly de Puccini; dos óperas veristas donde las emociones se muestran a flor de piel y en las que el exquisito canto de Arteta es garantía contra posibles excesos. También se mostró la cantante en plenitud en las Carceleras de Las hijas del Zebedeo de Chapí, donde la anchura de su voz en el registro grave fue un arma decisiva. Luego, llegaron cuatro propinas: “Vissi d’arte” de Tosca y “O mio babbino caro” de Gianni Schicchi, ambas de Puccini (magníficamente cantadas), la Habanera de Carmen de Bizet escenificada y cantada con toda su sensualidad y una buena versión de La tarántula e un bicho mu malo de La tempranica de Giménez.
El Coro de la asociación AGAO ofreció una selección de coros de ópera y zarzuela, destacando especialmente en la ronda de enamorados de La del soto del parral y en un magnífico coro de gitanos de El trovador de Verdi. En sus mejores momentos, destacó el empaste y la determinación del conjunto, y en todo momento ofrecieron un buen nivel general. La orquesta acompañó con corrección, y Jose María Moreno demostró una especial afinidad con el repertorio verista, con un intermedio de Manon Lescaut de Puccini de antología.
En conjunto, fue un buen concierto por parte de Ainhoa Arteta, que demostró que, en su estado vocal actual, defiende muy bien los papeles que muestran las emociones más directas al espectador. En las arias de rompe y rasga, con toda su emotividad y abundancia de matices, Arteta se ganó el triunfo.