«LAS CAMPANAS» SUENAN EN BALUARTE CON LA ORQUESTA SINFÓNICA DE NAVARA

CLÁSICA Xabier Armendáriz

“Las campanas”

Jueves, 5 de octubre de 2023. Auditorio y Baluarte de Pamplona. Nikolai Lugansky, piano. Orquesta Sinfónica de Navarra. Perry So, director. Sergei Rachmaninov: Concierto para piano y orquesta número 2 en Do menor, Op. 18, (1901). Franz Schubert: Sinfonía [número 9] en Do mayor, D. 935, (La Grande), (1826). Concierto inscrito en la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra 2023-2024.

_______________________

El comienzo del Concierto para piano y orquesta número 2 de Sergei Rachmaninov es uno de los más icónicos de la literatura pianística. Una serie de solemnes acordes del piano solo a modo de campanas incrementa la tensión, manteniendo una armonía aparentemente estática que pronto establecerá el carácter general del concierto. Es una secuencia ascendente, donde el pianista tiene que empezar al borde del pianissimo e ir creciendo, de manera que cuando entre la orquesta se alcance un potente clímax. Y entonces, se presenta un primer tema de gran lirismo, mientras el piano acompaña con figuraciones agitadas. Por supuesto, la melodía de las cuerdas debe ser lo que más se escuche, pero que los graves del piano estén bien subrayados le da al pasaje un extra de dramatismo.

Siendo éste un concierto muy interpretado en todo el mundo, pocas veces se escucha este pasaje resuelto tal como lo hemos descrito. En la introducción, los pianistas tienden a crecer demasiado pronto y llegan sin fuerza al momento preciso; después, al presentarse la melodía en la cuerda, el piano tiende a quedar sepultado. Pero en su primer concierto de temporada, la Orquesta Sinfónica de Navarra ha invitado al escenario de Baluarte a Nikolai Lugansky, máximo especialista mundial en este repertorio. Fue la suya una interpretación del máximo nivel, iniciada muy promisoriamente con este arranque inolvidable. Lugansky es un pianista de mecanismo perfecto, que se crece ante las dificultades y la brillantez que pide esta obra, pero tampoco se obsesiona con el virtuosismo y ofrece momentos de máxima intimidad y lirismo, y no sólo en el célebre segundo movimiento.

La Orquesta Sinfónica de Navarra no ofreció el acompañamiento más pulido posible (esos intercambios entre solistas de la madera al comienzo del segundo movimiento, cuya transición debería ser casi imperceptible), pero Perry So se aseguró de que Lugansky pudiera ofrecer su visión sin ningún obstáculo.

Ya en la segunda parte, se completaba el programa con la Gran Sinfonía en Do mayor de Franz Schubert, una obra que por su larga duración y sus numerosos cambios de carácter, plantea grandes problemas a los intérpretes. Perry So no renunció a sus señas de identidad como director y, después de una introducción relativamente moderada, ofreció una versión cargada de impulso y energía, respetando básicamente todas las repeticiones de la partitura y sin olvidar la vena más lírica de Schubert.

En su versión, destacó el Scherzo, sobre todo su sección central, donde el sabor rústico de la música fue percibido con total claridad. Pero en el segundo movimiento, en línea con muchos directores de hoy, So decidió tomar un tempo demasiado ligero; lo que supuestamente se gana en fluidez, termina perdiéndose porque, al tomar un tempo básico tan apresurado, cualquier retención puntual que queramos hacer para que las melodías tomen vuelo obliga después a acelerones más bruscos. En fin, debe de ser un signo de nuestro tiempo…

El concierto se dedicó, muy justificadamente, a la memoria del analista musical Juan Antonio García Gorráiz y el compositor Agustín González-Acilu. Teresa Catalán ofreció un discurso muy sentido al comienzo de la velada, centrado en el recuerdo al compositor alsasuarra (ella misma ya había dedicado un breve artículo en el programa de mano a García Gorráiz), cuyo último estreno con la OSN, Gárgolas, supuso el debut de Perry So con la agrupación.

David Johnstone interpretó Extracciones, una breve pieza para violonchelo solo donde el natural lirismo del instrumento compensa la habitual sobriedad de escritura de Acilu. Por cierto, resulta curioso que el homenaje a Agustín González-Acilu se produzca en un concierto cuyo programa no sólo era poco afín, sino incluso antagónico a sus ideas estéticas.

En conjunto, fue un comienzo de temporada marcado por la presencia de Nikolai Lugansky, que tantos años después de su anterior actuación con la OSN, volvió a ofrecer una versión extraordinaria del Segundo concierto para piano de Rachmaninov. Esperamos el momento en que podamos escucharle el Tercero.

Autor entrada: xabier armendariz

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *