MÚSICA CLÁSICA Xabier Armendáriz
«Fantasía 3.0»
Jueves, 17 de noviembre de 2022. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Gabriela Muñoz, clown. Orquesta Sinfónica de Navarra. Rebeca Dornhege Reyes, diseño de escenografía y vestuario. Mariona Omedes y Carlos Mora, diseño de vídeo. Andreu Fábregas, diseño de iluminación. Alondra de la Parra, directora musical y escénica. Obras de Claude Debussy, Bela Bartok, Igor Stravinsky, Carl Maria von Weber, Jules Massenet, Jean Sibelius, Sergei Prokofiev, Federico Ibarra y Johannes Brahms. Concierto inscrito en la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra 2022-2023.
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En1940, la compañía Disney presentó Fantasía, una película que supuso un antes y un después a la hora de divulgar la música clásica. En ella, se escuchaban una serie de obras clásicas que eran ilustradas con pequeñas historias, de manera que el espectador podía “seguirlas” y adentrarse en un universo que, presentado de otra forma, podía parecer lejano. Todos recordamos algunas de sus secuencias más características, como la representación de El aprendiz de brujo de Paul Dukas. Sesenta años después, la propia Disney presentó con mucho menor éxito una segunda película, Fantasía 2000, en donde ofrecía un remake de la citada secuencia y proponía versiones con imágenes de otras obras que no habían salido en 1940. La experiencia de Fantasía enseñó a los divulgadores musicales una máxima algo perturbadora: paradójicamente, para divulgar la música clásica, parece necesario “distraer” al espectador de lo que está sonando, dirigir su atención a cuestiones concretas, crearle un “relato” visual que pueda seguir sin que tenga que esforzarse mucho.
En el concierto que nos ocupa, Alondra de la Parra volvía a Baluarte junto con Gabriela Muñoz, alias “Chula The Clown”. La idea era presentar un espectáculo interdisciplinar que representara el acercamiento de una persona al mundo de la música clásica y crear un resultado que introduzca a los no iniciados en ella. Mientras las obras suenan, Gabriela Muñoz interactúa con los músicos, (a veces también con el público), a la vez que una pantalla proyecta imágenes alusivas a las obras, instrumentos con papel protagonista o los gestos de la directora. La selección de obras musicales no es ortodoxa, pues la mayor parte de ellas fueron compuestas en el siglo XX y faltan compositores icónicos, como Mozart o Beethoven. Sin embargo, está muy bien hilada y salvo por un final algo anticlimático, (el espectáculo ganaría si terminara con la sinfonía de Federico Ibarra y no con el tercer movimiento de la Tercera Sinfonía de Brahms), funciona bien como propuesta musical abstracta. Eso sí, el público se divierte con algunas de las escenas de Gabriela Muñoz entre obras, (esa parodia del segundo movimiento de la Quinta Sinfonía de Prokofiev, quizá demasiado extensa).
Alondra de la Parra ha sido recientemente protagonista en la prensa musical española. Ante la perspectiva de que pueda ser nombrada titular de la Orquesta Nacional de España, algunos han reaccionado con respuestas desproporcionadamente negativas; Justo Romero, por ejemplo, la ha calificado como “la Andrea Bocelli de la dirección orquestal”. A tenor de lo que ha ofrecido en sus dos pasos por Baluarte, la comparación más exacta es realmente con el Leonard Bernstein de los años 1950 y 1960, que era un director con musicalidad y espíritu pedagógico, conocedor de los estilos de cada compositor, al que le faltaba todavía un punto de profundización. De la Parra trabajó bien las texturas orquestales y ofreció momentos de gran belleza, sobre todo en una Meditación de Thaïs de Massenet cuya sección central adquirió una pasión desacostumbrada; por cierto, la obra gana mucho con violonchelo sustituyendo al violín solista. El punto débil de De la Parra sigue siendo los frescos de gran formato; en el primer movimiento de El mar de Debussy, dejó caer tanto la tensión antes del final que el ascenso hacia el clímax resultó demasiado brusco.
En conjunto, fue un concierto pensado para hacer sentir a la audiencia la música desde una perspectiva diferente y muy personal. No es lo que uno esperaría en una temporada de abono, pero el público lo disfrutó y reaccionó con fuerza.