CLÁSICA Xabier Armendáriz
Como debe ser
ENTRE EL ELOGIO Y EL DESENCANTO: FERNANDO REMACHA
Concierto inscrito en el Ciclo Baluarte Cámara 2018-2019.
Dirección: David Guindano.
Soprano: María Lacunza.
Piano: Fermín Bernetxea.
Voces: Coral de Cámara de Navarra.
Repertorio: Fernando Remacha: Siete canciones vascas. El cant dels ocells. En Belén tocan a fuego. Déjame subir al carro. Seis canciones vascas. Copla de jota. Tres piezas para piano: Selección. Tirana. Dos cantares y un cantarcillo. Nanas. Los serranos inocentes. Tres tonadillas para voces blancas. Epitafio. El domingo de sol. Nocturno. Cuando te miré a los ojos. Cantantibus organis. Elegía por Jesús García Leoz. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías
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Desde hace algunos años, la figura de Fernando Remacha está siendo ampliamente reivindicada en todas partes. Seguramente el punto de arranque de este renovado interés fue la biografía del personaje escrita por Marcos Andrés Vierge, y posteriormente llegaron algunas ediciones importantes de algunas de las canciones para voz y piano. Y ahora llevamos varios años en los que se escuchan con mayor frecuencia las obras de Remacha en concierto. Incluso antes de que termine el mes, podremos escuchar de nuevo Jesucristo en la Cruz, ampliamente considerada como la obra cumbre del autor.
El concierto que nos ocupa presentaba la figura de Fernando Remacha a través de tres dimensiones fundamentales: el Remacha más folklórico representado por sus armonizaciones de canciones populares, el Remacha neoclásico presente en sus obras de juventud y el Remacha más expresionista, con armonías especialmente tensionadas. Partiendo de este planteamiento, tuvimos la oportunidad de escuchar a un abanico de intérpretes diverso, se ha pudo escuchar desde el Remacha más conocido, (las Siete canciones vascas), hasta el más aventurero y dramático, con la intensidad de Cantantibus organis y la extraordinaria tensión de Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías. Pero quizá lo más novedoso, por desconocido, son las obras para piano, especialmente interesantes en todos los casos, que demuestran la evolución desde una escritura tipo Fantasía bética de Falla (Tres piezas para piano), hasta un estilo más modernista, más acerado.
Interpretativamente, el concierto alcanzó altas cotas de calidad. Es conocido el hecho de que la escritura vocal y coral de Fernando Remacha es particularmente compleja, y desde este punto de vista la Coral de Cámara de Navarra ha hecho un trabajo importante. Es cierto que las Siete canciones vascas les encontraron aún “en modo calentamiento”, pero ya en las Nanas se alcanzó un nivel considerable de depuración técnica que se mantuvo durante el resto de la sesión. Fue curioso el tempo en Los serranos inocentes, más lento de lo habitual pero también con una gran claridad polifónica. María Lacunza hizo una labor importante en las canciones para voz y piano; destacó especialmente a partir de Dos cantares y un cantarcillo, el ciclo más popular del autor, en el que concilió una expresión muy espontánea con una gran atención a los detalles expresivos. Por su parte, Fermín Bernetxea demostró especial afinidad con el Remacha más modernista; mientras en las Seis canciones vascas no parecía encontrarse del todo cómodo, brilló en las piezas para piano solo y completó una interpretación especialmente lograda conforme se acercaban las obras de escritura más percusiva.
Decía David Guindano que, para él, es particularmente emocionante realizar conciertos dedicados a un autor como Fernando Remacha. Es verdad que este compositor merece sobradamente la atención que se le viene dedicando últimamente y este concierto es un gran ejemplo de cómo debe presentarse su figura.