Xabier Armendáriz
“Una leyenda”
Sabine Meyer, durante el concierto del pasado jueves. IÑAKI ZALDÚA
Jueves, 20 de Abril de 2023. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Sabine Meyer, clarinete. Orquesta Sinfónica de Navarra. Christophe Rousset, director. Joseph Haydn: Sinfonía número 85 en Si bemol mayor, Hob. I número 85, (La Reina), (1786). Carl Maria von Weber: Concierto para clarinete y orquesta número 1 en Fa menor, Op. 73, (1811). Franz Schubert: Sinfonía número 5 en Si bemol mayor, D. 485, (1816). Concierto inscrito en la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra 2022-2023.
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En Septiembre de 1982, la Orquesta Filarmónica de Berlín convocó una plaza de clarinete y una veinteañera llamada Sabine Meyer, tras superar un proceso de audiciones seguramente muy complejo, consiguió ser admitida en la agrupación alemana, cuyo titular era entonces Herbert von Karajan. Como es habitual en estos casos, Meyer inició entonces un período de prueba, a cuya conclusión sus compañeros de la orquesta decidieron por abrumadora mayoría no extender su contrato. La razón aducida era que el sonido de Sabine Meyer condicionaba en exceso la sonoridad de la sección en su conjunto, pero el hecho era que, en 1982, no era habitual que la formación alemana incorporara a mujeres en sus filas y la presencia de Sabine Meyer había generado incomodidad entre los demás músicos. Éste fue uno de los motivos del conflicto que mantuvo Herbert von Karajan con los músicos de la Filarmónica de Berlín. No es que el director salzburgués fuera un feminista conspicuo, ciertamente, pero le dolió perder a una clarinetista tan talentosa como Sabine Meyer.
Poco tiempo después, Sabine Meyer se daba a conocer internacionalmente grabando espléndidas versiones de los dos conciertos para clarinete de Carl Maria von Weber, (junto a la Staatskapelle de Dresde y con Herbert Blomstedt dirigiendo). Era el inicio de una fulgurante carrera como solista, y cuarenta años después, hemos tenido oportunidad de escucharle el primero de estos dos conciertos en Pamplona. La obra es una de las piedras miliares del repertorio para clarinete y orquesta, un vehículo ideal para lucir a un intérprete con amplitud de sonido, fraseo generoso y, sobre todo, gran capacidad virtuosística en el Finale. Sabine Meyer demostró en Pamplona que sigue manteniendo todas estas cualidades en grado sumo y ofreció una versión muy completa de la obra. Además, a juzgar por lo escuchado antes y después, condicionó de manera muy evidente el acompañamiento de la orquesta, que sonó con la densidad esperable. Los aplausos del público al final de la interpretación fueron más que elocuentes.
Tanto antes como después del concierto weberiano, la Orquesta Sinfónica de Navarra ofreció sendas sinfonías clásicas compuestas por Joseph Haydn y Franz Schubert. Fueron dirigidas, como toda la sesión, por Christophe Rousset, un director más conocido por sus aproximaciones a la música de la primera mitad del siglo XVIII o, en todo caso, a las óperas juveniles de Mozart. Rousset aplicó en Haydn y en Schubert la misma receta: movimientos rápidos muy ágiles, frente a tiempos lentos francamente fluidos, en interpretaciones construidas con naturalidad y elegancia. Sin embargo, faltó una mayor atención a la calidez de las melodías, sobre todo en un movimiento lento de Schubert algo apresurado, y podríamos haber escuchado muchos más detalles de orquestación y ganar carácter y sentido del humor si los finales de ambas sinfonías se hubieran tomado con un tempo más tranquilo. Y es que precisamente en esos episodios, figuras tantas veces despreciados por los historicistas como Karl Böhm u Otto Klemperer demuestran su vigencia.
En conjunto, fue un concierto importante, sobre todo por la oportunidad de escuchar en directo a una leyenda del clarinete.