JOAQUÍN ACHÚCARRO CON «SABIDURÍA» MUSICAL EN BALUARTE CON LA SINFÓNICA DE BILBAO

MÚSICA Xabier Armendáriz

«Sabiduría»

Jueves, 16 de marzo de 2023. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Joaquín Achúcarro, piano. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Erik Nielsen, director. Edvard Grieg: Concierto para piano y orquesta en La menor, Op. 16, (1868). Anton Bruckner: Sinfonía número 9 en Re menor, WAB 109, (1894). Concierto inscrito en la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra 2022-2023.

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Se llevaba cerca de un cuarto de hora de concierto cuando se hizo el silencio en la Sala Principal de Baluarte. Entonces, Joaquín Achúcarro inició la cadencia del primer movimiento del Concierto para piano y orquesta de Edvard Grieg, y lo hizo con total naturalidad, sin proponer un comienzo particularmente tormentoso ni apasionado. Fue después cuando, poco a poco, con extraordinaria paciencia, fue construyendo el ascenso hasta un clímax realmente poderoso y de alta intensidad expresiva. Fue una lección sobre cómo se puede y se debe afrontar la estructura a largo plazo de un fragmento musical, calibrando de manera exacta los picos de tensiones y su importancia relativa. En definitiva, fue una lección para todo músico atento que estuviera escuchando racionalmente y, en general, uno de esos momentos en los que el tiempo parece detenerse.

No había empezado tan bien Joaquín Achúcarro en el primer movimiento de la obra del compositor noruego. Como es natural, a Achúcarro le empiezan a costar algo más los pasajes rápidos, especialmente al comienzo de las sesiones. En ese primer movimiento hubo alguna nota rozada puntualmente y, aunque la clase de Achúcarro seguía presente, fue en la cadencia donde realmente se le pudo empezar a escuchar en su plenitud. Luego, el segundo movimiento resultó mágico, coincidiendo con los mejores momentos del bien cuidado acompañamiento que propuso Erik Nielsen al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. El movimiento final fue una demostración por parte de Achúcarro de dominio, buen hacer y, sí, también de virtuosismo en lo técnico. De propina, Achúcarro ofreció el célebre Nocturno incluido en las Piezas líricas Op. 54, también de Grieg, una de sus piezas preferidas para estos cometidos. No fue su mejor interpretación de la obra, porque seguramente todavía no se había recuperado anímicamente después del final del Concierto, pero fue una demostración de su clase y su espléndido sonido.

En la segunda parte, Erik Nielsen ofreció frente a la Orquesta Sinfónica de Bilbao la Novena Sinfonía de Anton Bruckner o, más exactamente, los tres movimientos que el compositor completó de la obra. Fue una interpretación bien construida en sus picos de tensión y realizada con un sonido bien trabajado y cuidado. Eso sí, al primer movimiento le faltó una lógica constructiva más lograda, (las diferencias de tempo entre las distintas secciones fueron demasiado evidentes), y el Scherzo, más que dramático, resultó algo más pesado de la cuenta. Fue en el tercer movimiento donde la Orquesta Sinfónica de Bilbao ofreció su mejor nivel y donde Erik Nielsen consiguió equilibrar todos los elementos y ofrecer una interpretación relativamente serena, aunque no carente de momentos de tensión. Al final, el director intentó conseguir unos segundos de silencio, pero algunos espectadores quisieron demostrarnos su conocimiento de la obra aplaudiendo antes que nadie y destrozando todo el efecto de la conclusión.

En conjunto, fue un concierto que se recordará por la demostración, una más, que siguió ofreciendo Joaquín Achúcarro a sus noventa años, como tal incluso más meritoria probablemente que el recital que le escuchamos en noviembre. Hay que seguir disfrutando de su sabiduría.

Autor entrada: xabier armendariz

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