CLÁSICA Xabier Armendáriz
“Hipnótico”
Sábado, 21 de Octubre de 2023. Iglesia abacial del Monasterio de San Salvador de Leyre. Jose Luis Echechipía, narrador. Nacho Rivas, electrónica y órgano. Nacho Rivas: El jardín colgante, (2023). Concierto inscrito en el Ciclo de Órgano de Navarra 2023.
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Cuenta la leyenda, que un buen día un abad del Monasterio de San Salvador de Leyre llamado Virila decidió dar un paseo por el bosque. En un momento determinado, le distrajo el canto de un ruiseñor y éste le dirigió hacia una fuente, donde el monje se quedó dormido. Al despertar, y tras no pocas dificultades, Virila encontró el camino hacia las dependencias monásticas, pero al llegar no las reconoció: había más edificios y tenían mayor tamaño; además, incluso el hábito de los monjes había cambiado. Fue necesario consultar los archivos para poder averiguar que, en efecto, podía tratarse del abad Virila, perdido hacía trescientos años en el bosque y a quien en su momento no se había podido encontrar.
El concierto que nos ocupa nos hizo, de alguna manera, revivir esta anécdota, pues difícilmente el entorno de Leyre ha conocido un choque estilístico comparable en un concierto celebrado en la iglesia del Monasterio. Esta sesión, antepenúltima del Ciclo de Órgano 2023, suponía un evento muy inhabitual, pues pocas veces se da la ocasión de poder escuchar una obra para órgano y música electrónica. No es que el órgano haya sido un instrumento descuidado por los autores de hoy, (no hay más que recordar a figuras como György Ligeti, por citar un autor destacado de vanguardia), pero sí es cierto que apenas se ha trabajado la conjunción entre el instrumento rey y las posibilidades tecnológicas. Ya sólo este aspecto hacía que esta cita aumentara de interés, incluso dentro de lo que supone siempre escuchar en directo funcionar un órgano como el del Monasterio de Leyre. Posiblemente no era éste el ambiente más propicio para la propuesta de Nacho Rivas, pero dado que un espacio como Baluarte, por ejemplo, no dispone de órgano, la localización de Leyre era de hecho la más adecuada.
Y así se presentó esta obra del organista Nacho Rivas, que se anuncia como una composición de sentido básicamente ecologista y naturalista. Según la descripción de su autor, El jardín colgante es una reflexión sobre el papel que los seres humanos desempeñamos en nuestro planeta, la manera en que lo hemos transformado y las posibles consecuencias; todo ello a través de la experiencia de un día completo, algo no muy diferente del programa confesado por Richard Strauss para su Una sinfonía alpina. El propio autor confiesa que la partitura surge de la propia improvisación; a partir de una grabación ya existente y producida por él, la partitura sugiere una serie de texturas que el organista debe realizar a través de la improvisación, con momentos de mayor o menor expansión. Ya cerca del final, un narrador recita un texto de Walt Whiteman, en un contexto musical realmente evocador.
Lo que de hecho se escuchó fue una obra extensa, cuya sección electrónica recurre a una realización mecánica de la técnica de la tintinabulación, propia de compositores como Arvo Pärt; una y otra vez, a lo largo de toda la obra, la parte electrónica presenta sonidos de campanas cíclicos, de mayor o menor intensidad y más o menos manipulados, sobre una masa sonora poco definida. Sobre ello, el órgano se mantiene en armonías estáticas, creando una sensación atemporal e inquietante, casi hipnótica y, en algunos de sus clímax, no ajeno a los grandes éxtasis místicos que pueden provocar algunos de los movimientos lentos de las obras de Olivier Messiaen. Por supuesto, Nacho Rivas es un organista experimentado y supo hacer sonar su obra con fidelidad a su propósito y a sus intenciones estéticas, creando en el público una sensación de completa paz en la sección final. De hecho, afortunadamente, se consiguió mantener ese silencio final que en tantas ocasiones es necesario para asumir completamente la música que se acaba de escuchar.
En conjunto, fue una propuesta diferente, básicamente efectiva, donde quizá se podía haber experimentado algo más con el tratamiento electrónico, pero que produjo esa sensación catártica que uno puede buscar en un lugar como Leyre.