CLÁSICA Xabier Armendáriz
Yo estuve allí
El fin de semana del Festival IFOB Pamplona ha sido un gran evento musical, tanto por cantidad como por calidad de músicos concitados en la ciudad. El evento central de la muestra, al menos a nivel popular, fue el desfile del sábado por la tarde, que creó un ambiente en el centro de Pamplona que sólo se percibe en las grandes ocasiones. Sin embargo, también se produjeron ese día tres conciertos que, aunque no concitaron la expectación que merecían, ofrecieron un nivel musical de primera magnitud.
Una de las bandas que más llamaron la atención durante el desfile del sábado por la tarde, con sus más de cien componentes, fue la Banda Sinfónica La Lira de Pozuelo de Alarcón. El concierto que ofrecieron el sábado a mediodía en Baluarte fue una de las grandes citas del Festival. Después de una versión especialmente poderosa de la Fanfarria del Centenario de Vicent Egea, (en realidad el comienzo de la Obertura del Centenario que dio a conocer La Pamplonesa en Febrero), Johan de Meij dirigió en persona su Obertura continental. No tratándose de uno de sus mayores logros, escuchar a De Meij interpretando su obra con semejante convencimiento es un regalo. Siguió el Concierto para trompeta y banda y la Sinfonía número 2 de Luis Serrano Alarcón, un compositor muy ligado a la agrupación de Pozuelo. La obra más interesante de las dos fue la sinfonía, con una escritura para banda espectacular y un Finale que recuerda poderosamente el aire desenfadado de las obras de Poulenc. El Concierto para trompeta nos permitió escuchar a José Sibaja, que demostró virtuosismo y musicalidad a partes iguales. La cima del concierto fue la interpretación del Poema sanférmico de Egea, en su reformulación para banda ampliada que fue obra obligada en el Certamen de Bandas de Valencia de 2016. Allí, La Lira consiguió el primer premio con toda justicia; la versión que ofrecieron de la obra en Pamplona fue menos ajustada técnicamente que la del concurso, pero también más lograda y espontánea en las transiciones entre secciones.
Otro concierto que concitaba la expectación de los aficionados fue el ofrecido por la Banda Primitiva de Lliria, una de las agrupaciones de viento más antiguas de España. Se trata de un conjunto de gran solera y con una capacidad musical muy importante, tal como demostraron en la Obertura sinfónica de James Barnes. El otro gran atractivo de la sesión fue la Fantasía de concierto sobre Rigoletto de Verdi de Luigi Bassi, donde José Franch Ballester demostró nuevamente su extraordinario virtuosismo. El resto de las obras tenían un interés musical menor, pero escuchar a un transatlántico como éste en un pasodoble de concierto sigue siendo un privilegio. Por otra parte, no escuchamos íntegro el concierto de la Banda de Alcàsser, pero nos quedamos con el Himno al Sol con el ritmo de la Madre Tierra de Satoshi Yagisawa, (con las intervenciones de los músicos cantando organizados como coro mixto), y la aportación de Jose Antonio Masmano como solista del Concierto para oboe de Oscar Navarro.