«Píldoras de optimismo»
Domingo, 26 de enero de 2020. Teatro Gayarre de Pamplona. Banda de Música La Pamplonesa. Josep Vicent Egea, director. Gioachino Rossini: El barbero de Sevilla: Obertura, (1815). La italiana en Argel: Obertura, (1813). Tancredi: Obertura, (1813). La urraca ladrona: Obertura, (1817). Semiramide: Obertura, (1823). La escala de seda: Obertura, (1813). Guillermo Tell: Obertura, (1829).
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Las oberturas de Gioachino Rossini forman uno de los repertorios de conocimiento más enriquecedor para quien no se ha introducido en la música clásica. Consideradas como pórtico a sus respectivas óperas, no todas funcionan al mismo nivel: no suelen hacerse eco de material procedente del resto de la obra ni tampoco necesariamente de su carácter general. Muchas podrían funcionar de forma intercambiable; de hecho, la obertura de El barbero de Sevilla fue originalmente concebida como introducción de Elisabetta, Regina d’Inghilterra. Sin embargo, como piezas orquestales per se funcionan francamente bien; provocan en el espectador una dosis de optimismo contagioso que las hace ideales para volver a ellas y recordar las muchas alegrías que puede deparar la existencia humana.
La Banda de Música La Pamplonesa ha iniciado su temporada en el Teatro Gayarre con un concierto consagrado a algunas de las oberturas rossinianas más célebres. Se trata de una propuesta de atractivo popular innegable, y de alto riesgo interpretativo, pues no todos los arreglos de las oberturas del programa funcionan igual de bien. En general, las originalmente con un potencial más sinfónico (Semiramide, Guillermo Tell) resultan más logradas que aquellas con un tejido orquestal más magro, como El barbero de Sevilla, donde la escritura del arreglo bandístico deja al descubierto casi todos los posibles defectos de emisión de los instrumentos. Por último, Rossini adjudica muchas melodías de gran viveza a las cuerdas, donde el sentido de la articulación y la ligereza son vitales; conseguir esa misma ligereza con los instrumentos de viento es mucho más complejo.
En ese sentido, La Pamplonesa realizó un trabajo muy convincente en conjunto. La obertura de El barbero de Sevilla, que sirvió como apertura del concierto, encontró a los músicos aún a medio gas y se produjeron algunas oscilaciones de tempo no deseadas, casi imperceptibles, reflejo de la mayor o menor complejidad de la escritura rossiniana. Pero después, los músicos realizaron un trabajo importante, siempre precisos en las articulaciones y especialmente líricos en los temas que requieren ese carácter. Vicent Egea supo medir los condicionantes que suponen las versiones para banda de estas obras, calibrando los tempi más adecuados de manera correcta para mantener la viveza maximizando el potencial lírico de estas oberturas. Ese concepto se ha realizado muy pocas veces en las versiones orquestales y funcionó especialmente en algunas de las obras menos conocidas, sobre todo la obertura de Tancredi. El gran momento del concierto fue la obertura de Guillermo Tell, quizá la obra del programa que más frecuentemente ha tocado La Pamplonesa y que ofreció los momentos de máxima espectacularidad, sobre todo en un galop final más que efectivo.
En conjunto, fue un concierto que consiguió un importante éxito de público, gracias a un trabajo muy meticuloso de los músicos de La Pamplonesa que han logrado hacer funcionar unos arreglos de mayor dificultad de la que teóricamente puede parecer. Todos salimos con ese optimismo que pocas obras ofrecen tan directamente como las oberturas de Rossini.