CLÁSICA Xabier Armendáriz
FIN DE FIESTA
Después de la cima que supuso el desfile del sábado, la jornada del domingo en el IFOB Pamplona era un reto. Se trataba de preservar el recorrido en alza del certamen con conciertos que ofrecieran cosas diferentes. En conjunto, el resultado fue muy logrado; las tres grandes citas ofrecidas en el Teatro Gayarre ofrecieron perfiles diferentes y, a su manera, interesantes.
Abría la jornada en el Gayarre la Banda Municipal de Barcelona, uno de los conjuntos más prestigiosos de España, con la presencia destacada de Pacho Flores, trompetista venezolano de gran fama en todo el mundo. Flores demostró desde el principio las razones de su cotización internacional, con una gran interpretación de los Aires gitanos de Sarasate y, sobre todo, una versión muy espontánea de la Rhapsody in blue de Gershwin. Lo asombroso en este intérprete no es ya su capacidad expresiva, sino también su naturalidad y la sutil manera en que adorna las melodías que interpreta, algo que demostró sobre todo en un magnífico Oblivion de Piazzolla. Para la segunda parte, Jose Rafael Pascual Villaplana eligió obras escritas en su mayor parte por autores catalanes, de entre las que destacó la Sinfonietta flamenca de Carlos Suriñach, autor radicado en Estados Unidos y que propuso ya en 1954 una obra de poderosa escritura, particularmente destacable por la pujanza rítmica de los movimientos primero y tercero. Una versión importante de El encierro de Vicent Egea cerró una sesión matinal que, en todos los aspectos, fue uno de los mayores éxitos del IFOB.
El concierto de la banda de Dax estaba destinado a otro tipo de público, seguramente más popular. Fue una sucesión de fragmentos más o menos relacionados con el cine y la danza, con recuerdos de la música de Padilla y las canciones popularizadas por Edith Piaf. Entre lo más granado estuvo la interpretación del arreglo de West Side Story de Bernstein, más espectacular que el habitual de las Danzas sinfónicas y con todos los números más populares (incluyendo “America”), aunque también menos interesante musicalmente. Fue importante la actuación del saxofonista Jean-Yves Fourmeau, que ofreció una versión muy interesante de la Czarda de Iturralde acompañado de miembros de La Pamplonesa y se lució en la espectacular Palindromía flamenca de Ruda Peco. Los aplausos del público fueron entusiastas y elocuentes.
A medio camino entre las dos propuestas citadas se situaba el concierto de la Banda Municipal de Castellón que cerró la sesión. Su recientemente nombrado director, Marcel Ortega i Martí, ofreció un recorrido por la “música española” procedente de diferentes regiones y tradiciones, comenzando por Ponteareas (el célebre pasodoble de Reveriano Soutullo), siguiendo por Picadilly de Vicent Egea, (una marcha de moros y cristianos que rompió moldes en su día), y terminando la primera parte con el Concierto para trombón de Fernando Velázquez, una obra en la que el autor vasco recurre a muchos clichés de tipo cinematográfico, sobre todo en un gran tercer movimiento. La obra de Velázquez ofreció oportunidad de lucimiento a Chimo Vicedo, un gran trombonista que luego hizo verdaderos alardes con la propina, obra del gran Christian Lindberg. La segunda parte incluía La procesión del Rocío de Turina, Aragón de Albéniz y el célebre Capricho español de Rimsky-Korsakov. Ortega i Martí dirigió toda la sesión con gran seguridad y brillantez, sacando el máximo partido musical a todas las obras. Hubo cierta falta de claridad en determinados momentos, (la cita de la Marcha real en La procesión del Rocío no fue muy audible), Martí supo aprovechar al máximo a una banda que posee un gran conjunto, pero cuyos solistas no siempre mostraron un nivel tan espectacular.
En cualquier caso, fue un concierto muy brillante que terminó con los agradecimientos de todos y con uno de los mejores finales posibles: la jota Viva Navarra de Joaquín Larregla. Como bien decía Villaplana al final del concierto de la mañana, confiemos en que esta “bendita locura” del IFOB pueda repetirse y que sepamos cuidar de La Pamplonesa, uno de los grandes activos musicales de la ciudad.