MÚSICA Xabier Armendáriz
“La sinfonía del verano”
Jueves, 5 de octubre de 2023. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Justina Gringyte, mezzosoprano. Coro Infantil y Coro Femenino de la Sociedad Coral de Bilbao. Jose Luis Ormazábal, director del coro infantil. Enrique Azurza, director del coro adulto. Euskadiko Orkestra. Robert Treviño, director. Gustav Mahler: Sinfonía número 3, (1896). Concierto inscrito en la temporada de abono de la Euskadiko Orkestra 2023-2024.
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En mayor medida que otros compositores, Gustav Mahler fue, en sus propias palabras, un “Sommerkomponist”, un compositor de verano. La principal ocupación de Mahler a lo largo del curso era la dirección n de orquesta, esencialmente de óperas, en sus diferentes empleos, y dado que la industria de los festivales de música clásica aún no estaba tan afianzada como unos pocos años después, quedaba tiempo durante el verano para retirarse a descansar, a contemplar la naturaleza y componer. Así hizo Mahler durante buena parte de su vida y, gracias a eso, contamos con su catálogo de composiciones, escaso en número pero vasto en contenido.
La Euskadiko Orkestra abría su temporada de abono con esta Tercera Sinfonía, una obra que de entrada asombra por sus extraordinarias dimensiones; ya sólo el primer movimiento tiene una extensión temporal comparable, por ejemplo, a la Quinta Sinfonía de Beethoven. Esta sinfonía es, seguramente, la primera en la que Mahler hace realidad su aseveración de que la sinfonía debe abarcarlo todo, y Mikel Chamizo analiza con precisión en las notas al programa el contenido ideológico de la obra, trazando interesantes paralelismos formales con la Segunda Sinfonía. Eso sí, al analizar ambas obras, posiblemente Chamizo tiende a enfatizar en exceso su dimensión religiosa: si la Segunda Sinfonía es un camino hacia la transcendencia espiritual, esta Tercera es más bien un reflejo de la relación entre el hombre y la naturaleza, concluida con un movimiento lento de gran expresividad y calidez. No es ésta seguramente la obra más indicada para iniciarse en el sinfonismo mahleriano, pero sí quizá la más indicativa de la relativa ingenuidad del Mahler juvenil, que empezará a diluirse a partir de la Quinta Sinfonía.
Robert Treviño es un gran especialista en la música de Gustav Mahler, cuya integral sinfónica podría completar en pocos años con la Euskadiko Orkestra, pues sólo le quedan para ello las sinfonías Cuarta, Sexta y Séptima, más algún fragmento o incluso tal vez la forma reconstruida de la Décima. El director estadounidense conoce bien las dificultades de esta Tercera Sinfonía y la afrontó con decisión. En el aparentemente episódico primer movimiento, supo ofrecer esa visión agreste de la naturaleza, aletargada en el sopor del verano; ofreció una visión altamente expresionista de este movimiento, que habría tenido una culminación perfecta si hubiera permitido una mayor aceleración en la coda. El Minueto y el Scherzo posteriores fueron trazados con firmeza, sin permitir languideces en los momentos más líricos pero recreándose en la belleza de los solos del posthorn del Scherzo. El acompañamiento a la canción del cuarto movimiento, sobre texto de Friedrich Nietzsche, fue convenientemente misterioso, pero habríamos preferido que los glissandi de oboe y corno inglés hubieran sido más pronunciados, para destacar el carácter inquietante del momento. La voz de Justine Gringyte resultó adecuadamente oscura, aunque quizá sea preferible una voz menos vibrada que la suya. Tras el brevísimo quinto movimiento, donde la Sociedad Coral de Bilbao tuvo un buen rendimiento, Treviño afrontó el amplio segmento final con pausa, sin especiales variaciones sobre un tempo básico más bien lento y alcanzando las culminaciones en los momentos indicados.
Antes del inicio del concierto, la Euskadiko Orkestra dedicó la interpretación de la sinfonía a la memoria de Félix Ayo, ilustre violinista nacido en Sestao en 1923 y fallecido hace pocas fechas. Hablamos de uno de los miembros fundadores de I Musici, conjunto instrumental italiano fundamental en la recuperación de gran cantidad de música de los siglos XVII y XVIII, que interpretaban con instrumentos modernos y que fue la manera en que muchos melómanos veteranos conocieron a Vivaldi, Corelli, etc., por primera vez.
Fue en conjunto éste un concierto emotivo, una interesante interpretación de la sinfonía más veraniega y humanista de Gustav Mahler que se saldó con éxito general de público.