Por Messiaen
Sábado, 4 de Noviembre de 2017. Sala de Cámara del Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Ana Siwek, violín. Salbador Contreras Gila, clarinete. Tomasz Przilecky, violonchelo. Adela Martín, piano. Garazi Etxaburu Aulestia y Agustín Alzaga Martínez, bailarines. Leyre Ruiz, actriz. Nemer Salamun, dramaturgia. Josu Múgica, coreografía y dirección de escena. Olivier Messiaen: Cuarteto para el fin del tiempo, (1941). Concierto a beneficio de los refugiados sirios en colaboración con ACNUR.
Corría el año 1940. El compositor francés Olivier Messiaen fue apresado por los alemanes y llevado al campo de prisioneros Stallag VIII A en Görlitz (Prusia oriental, hoy Polonia). En aquel invierno especialmente frío y en condiciones tremendamente duras, el autor francés escribió una de esas obras que entran con todos los honores en la Historia. Está compuesta para una formación inusual, (violín, clarinete, violonchelo y piano), reflejo de los músicos y de los instrumentos disponibles en el campo, y en ella aparecen muchas de las obsesiones continuas del compositor: el espíritu de transcendencia, las referencias al catolicismo con la inspiración en el Libro del Apocalipsis, la búsqueda de la libertad rítmica de estilo oriental, sus particulares escalas procedentes de diferentes fuentes, etc. La obra fue estrenada en condiciones muy penosas delante de una audiencia masiva formada por prisioneros, que seguramente entendió las implicaciones de la obra mucho mejor que los espectadores que la oímos cómodamente sentados en las salas de conciertos.
En 2017, se cumplen 25 años de la muerte de Olivier Messiaen y, con escasas excepciones, el aniversario ha pasado prácticamente inadvertido en el panorama musical en general y en Pamplona en particular. Pero cuando ya parecía que iba a pasar el año sin que se escucharan obras del compositor, nos encontramos con este espectáculo, que presenta el Cuarteto para el fin del tiempo en una producción benéfica, destinando la recaudación a los refugiados sirios. Se trataba de actualizar el mensaje de la obra y despertar las conciencias en torno al conflicto sirio, manifestando que, hoy como ayer, los seres humanos seguimos cometiendo atrocidades unos contra otros. Por ello, en esta ocasión se introdujeron entre los movimientos de la obra versos del poeta sirio Nemer Salamun, en general con más relación con el conflicto sirio y su naturaleza que con la propia música de Messiaen. Asimismo, se realizaron coreografías e imágenes para proyectar durante la interpretación. El reto de presentar un proyecto multidisciplinar con estas premisas era complejo, porque el propio Messiaen dio claves muy concretas para entender la obra y es difícil desligarla completamente del contexto en que surgió, pero el resultado de público fue importante y muchos espectadores han conocido así una pieza a la que no habrían prestado atención en propuestas más convencionales.
Interpretativamente, la composición conoció una versión bien planteada en su conjunto. Los cuatro músicos reunidos aquí eran intérpretes reconocidos y dedicados, con particular experiencia en la preparación de esta partitura. Más allá de cuestiones técnicas puntuales que afectaron a todos, (Messiaen siempre es muy difícil de tocar), hubo momentos de gran calidad musical, como el “Abismo de los pájaros” y, sobre todo, a partir del sexto movimiento hasta el final. De hecho, interrumpir el impresionante silencio que se produjo al final del Cuarteto con la palabra rompió un hechizo que solamente las grandes obras de arte pueden lograr.
En conjunto, este espectáculo tuvo un planteamiento muy ambicioso, en cuanto que integraba distintas artes como la danza, la videoproyección, la música y la palabra. El proyecto requería una atención constante y muy repartida en estos elementos, pero consiguió centrar la atención en una obra fundamental de la música del siglo XX dándole una mayor notoriedad. Seguramente, ahí radica el mayor éxito de este espectáculo.