En el texto original de esta crítica, se produjo un error de edición. Al hablar de la intervención de Iñaki Fresán, queríamos decir que un tempo más lento le habría ayudado a expresar mejor el contenido del texto. Sin embargo, el texto publicado daba a entender lo contrario. He aquí la crítica como debió haber aparecido.
Requiem de cámara
Martes, 11 de Abril de 2017. Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Carla Satrústegui, soprano. Iñaki Fresán, barítono. Diana Hierro y Leyre Elisarri, pianos. Aingeru Otxotorena, percusión. Orfeón Pamplonés. Igor Ijurra, director. Johannes Brahms: Un réquiem alemán, Op. 45, (versión para solistas, coro, dos pianos y percusión preparada por Heinrich Poos en 1979), (1869). Concierto inscrito en el Festival de Música Sacra de Pamplona 2017.
El segundo domingo de Abril es una fecha importante en el calendario ciclista, pues cada año se disputa ese día la París-Roubaix. Bautizada como “el infierno del norte” por un periodista en referencia al desastroso estado del trazado tras la Primera Guerra Mundial, la denominación cuajó popularmente por muchos motivos. El perfil de la carrera es completamente plano, pero los últimos 150 kilómetros están sembrados de pequeños tramos adoquinados. Como las carreteras son estrechas y la superficie del pavés es irregular, las averías mecánicas y las caídas son constantes. No ayudan los nervios de los corredores que, para evitar verse cortados por las caídas, pugnan por los primeros puestos. La carrera requiere grandes dosis de concentración, pues la selección se produce de forma natural y sólo grandísimos corredores alcanzan el velódromo de Roubaix y recogen el adoquín que acredita al ganador.
El Requiem alemán de Johannes Brahms muestra dificultades similares. Escuchándola, no parecería una obra difícil para el coro, pero realmente está llena de trampas. Ya el comienzo en pianissimo, con la célebre frase “selig sind” y el primer pasaje a capella, es difícil de afinar, y toda la obra mantiene al coro en una tensión constante. Igual que en las clásicas ciclistas, hay que administrar esfuerzos con la máxima inteligencia si se quiere llegar a frasear convenientemente las largas melodías de la secuencia final.
El Orfeón Pamplonés conoce bien la obra, pero no tanto esta versión compuesta en 1979. Partiendo de una reducción realizada por el propio Brahms para piano a cuatro manos, que incluía los solistas y la parte coral, Heinrich Poos reescribe el acompañamiento para dos pianos y percusión. Estas transcripciones, muy habituales en el siglo XIX, sirvieron en su momento para dar a conocer las grandes obras maestras. De los grandes réquiems, sin duda éste de Brahms es el más apropiado para estos arreglos, aunque también crecen las dificultades para el coro, más expuesto que en el original. Escuchar esta versión enfatiza la vertiente más intimista de una obra que, en palabras de Brahms, pretendía ser “un réquiem humano”, pensado desde la perspectiva de quienes buscamos consuelo frente a la muerte de los seres queridos.
La interpretación alcanzó un nivel muy notable, empezando por el coro. El Orfeón Pamplonés supo sortear adecuadamente las numerosas dificultades de la página sin más problemas que algunas desafinaciones en los agudos de la fuga de la sexta secuencia, cantando siempre con empaste y sin enfatizar los pasajes más grandiosos. En ello ayudó la cuidada dirección de Igor Ijurra, que planteó una interpretación fluida y adecuada a la menor densidad del acompañamiento. Fue una versión transparente y humanista, donde sólo algunos momentos, como el fugado que cierra la segunda secuencia, requerían mayor gravedad. Los dos solistas vocales hicieron una buena labor. Carla Satrústegui tiene la voz adecuada para la parte y sólo se vio perjudicada por sus agudos, ocasionalmente poco seguros. Iñaki Fresán interpretó bien el dramatismo de su parte, aunque ocasionalmente la elección de tempi más lento nos habría permitido disfrutar más de los matices del texto. Ambas pianistas realizaron un acompañamiento muy cuidado y atento
Fue en conjunto una buena interpretación del Requiem de Brahms, donde quedó al descubierto una dimensión camerística de la obra que habitualmente queda oculta. Fue un triunfo de principio a fin.